Le miró desde la distancia pensando que nunca la reconocería quedando paralizada al ver como se acercaba a ella, directamente a ella hasta alcanzarla y quedarse allí, frente a ella en silencio durante lo que le pareció una eternidad hasta que, después de observarla como si fuera la más bella obra de arte jamás creada simplemente la besó, como si no hubiera un mañana, como si jamás la pudiera volver a ver, la besó con todo el amor que reservó para ella desde la primera palabra que le había dirigido, murmurando contra sus labios cada vez que podía un "Te quiero" y sin llegar a separarse por completo la miró a los ojos, tomándola por la barbilla para rogarle que no se fuera nunca, que ahora que había entrado a su vida no tenía permiso para salir de ella y la abrazó como nunca antes había abrazado a nadie.
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